¡ FRÁGIL, VES ALERTA !

Las medusas, por su belleza, también son capaces de dejarnos de piedra, y sus tentáculos, como serpientes, llevan ponzoña en su interior. Viven surcando los mares desde hace más de 650 millones de años. Carecen de corazón, ojos, pulmones, huesos y cerebro, y su cuerpo está formado por un 95% de agua. El resto lo componen un 3% de sales y un 2% de proteínas. El veneno de la medusa es uno de los más virulentos del reino animal; está presente en unas células que miden diez micras (la centésima parte de un milímetro), por lo que en 1 cm2 pueden tener 10.000 células. Las más peligrosas son las medusas cubo, que habitan los mares tropicales y producen lo que se llama cardiotóxico, porque detiene el ritmo cardíaco. En el Mediterráneo, en general no son mortales, y la gravedad de su picadura aumenta en personas con alergias o problemas cardíacos. Los niños también son un grupo de riesgo, porque el grado de toxicidad está relacionado con el tamaño corporal. Ante su picadura nunca debe aplicarse agua dulce, ya que el cambio de salinidad podría romper las células urticantes adheridas a la piel; eso sí, conviene aplicar hielo, pero no de modo directo. Y mucha atención: aunque esté muerta, si sus tentáculos siguen húmedos, las células urticantes permanecen activas.